viernes, 17 de junio de 2016

UNA VIDA "TRANQUILA". Ángel Espinosa

Aurelia Pérez Blasco
Nació en Almenar, Soria,
El 24 de mayo de 1940.

Yo nací en mayo de 1940 en Almenar, un pueblo soriano grande y bonito en el que vivían unas 1500 personas la única pega que le veía es que era un pueblo muy frio, y como mis padres no tenían mucho dinero, no pude llevar un abrigo hasta los 12 años. Me dieron a luz en casa de mi madre cosa que antes era muy cotidiana.

Mi familia era humilde, tengo tres hermanos mayores que yo, y unos padres que para mi eran las personas mas bellas del mundo. Mis hermanos también eran un gran respaldo en esa época de dificultad ya que me apoyaban en todo lo que podían. Hasta los tres años, pese a que no lo recuerde muy bien, mi vida fue feliz.

A partir de los tres años en Almenar entrábamos al parvulario, allí estábamos hasta los seis años cuando empezábamos la escuela. Fue en ese momento cuando empecé a ser consciente de cómo iba a ser mi juventud.

En la escuela lo que mejor recuerdo era a mi profesora Doña Juliana, una profesora que nos dio clases hasta el final de mi vida estudiantil a los 14 años, era una profesora amable, cariñosa, y para mi, una de las personas mas inteligentes que he conocido.

Yo todos los días me sentaba con la que por esos momentos era mi mejor amiga, Estrella, recuerdo que en las mesas había agujeros para guardar la tinta que todos los días al comienzo de la clase Juliana nos daba, también recuerdo que por las tardes nos quedábamos un ratito después de la clase para que Juliana nos diera un poco mas de tinta para que pudiéramos pasar los apuntes que copiábamos de las clases en una tablilla de madera a un cuaderno que mi madre guardaba en casa, yo a mi madre siempre le pedía una tablilla de manteca, pero como eran más caras, no me la podía comprar.

Cuando llegue a los 14 años, ya que mi madre no tenía dinero para mandarme a Soria para seguir estudiando, acabé mi etapa como estudiante, eso sí, acabé controlando las raíces cuadrada y los quebrados.

Tras esto, comencé a trabajar como sirvienta para la esposa de uno de los terratenientes del pueblo, Clemencia, ella era de Burgos al igual que su marido.

Todas las mañana iba a la fuente a por agua con una carretilla y cuatro cántaros, ya que en las casas no había agua, y luego me dedicaba a limpiar en esa casa desde las 9 hasta las 3 de la tarde, además de esto, mi madre por las tardes me lavaba a unas clases para aprender costura y confeccion.

Ese mismo verano, vinieron unos comerciantes de Villarroya a uno de los almacenes del pueblo, yo trabajé para ellos, y mientras tanto mi madre trabajaba en casa de Clemencia para suplir mi puesto.

Yo era una chica delgada ya que no comíamos mucho, teníamos una vaca y gallinas de las que sacábamos leche y huevos que vendíamos en la plaza del pueblo por unas pocas pesetas.

A nosotros no nos quedaba mucho, pero lo suficiente para que todas las noches mi madre nos hiciera un huevo frito a cada uno.

Cuando yo tenía 18 años mi padre, en lo que se llamaba un pliego cerrado, gano unas fincas muy buenas que, hasta que contraje matrimonio, cuide con él.

Mi padre era una persona muy creyente y bondadosa, no le he oído decir ningún juramento durante toda su vida. El vivió hasta los 103 años, se llamaba Ángel y de ahí viene el nombre de mi nieto.

Cuando cumplías los 16 años, podías asistir a un baile que se celebraba todos los domingos, comenzaba a las 7 y acababa a las 9 de la noche. Allí conocí a mi marido cuando tenía 22 años, festejé con él 4 años y a los 26 me casé, y me mude con él a Zaragoza.


En ese momento acabe mi “tranquila” vida en el pueblo.

Ángel Espinosa 4ºB
















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