Félix Rubén García Carrasco
Nació
un 2 de mayo de 1914 en Minaya, Albacete.
Falleció en Zaragoza el día 16 de marzo del 2002
con 88 años.
Recuerdo
que me destinaron a Cartagena con graduación de Sargento un año antes de
estallar la Guerra Civil en 1936. Poco tardó el bando republicano en tomar
esta ciudad pero seguramente lo que más me llamó la atención fue la presencia
de mujeres entre todos los demás soldados apuntando hacia nosotros formando
parte de la unidad, como si de hombres se trataran.
Nos capturaron a la fuerza y nos metieron en
un tren, en vagones agobiantes donde lo único que te ayudaba a respirar eran
dos pequeñas ventanas que también acababan con la completa oscuridad de éste.
Nosotros sabíamos perfectamente a lo que íbamos, no simplemente habíamos sido
reclutados para luchar en la toma de Madrid con los republicanos, sino que ya
sabíamos que seríamos colocados en las primeras líneas del pelotón en el frente
para actuar como simples escudos humanos, una muerte segura. Pero en ese
momento, tras esas ventanas pude observar mi pueblo de lejos, Minaya, estábamos
en Albacete.
Yo
sabía que iba a morir, todos lo sabíamos, y aunque nos ayudaron, pocos fuimos
los que nos arriesgamos. Empujamos fuerte contra la puerta del vagón hasta
conseguir abrirla, ahora o nunca pensamos, pero solo unos diez de nosotros
saltamos y caímos rodando aunque poco tardamos en incorporarnos y correr.
Llegué a Minaya, mi pueblo, donde me sentí
más seguro que en ningún lugar en esos momentos. Corrí a mi casa donde me
encontraría con mi madre, Joaquina Carrasco Navarra, que sorprendida al verme y
al escucharme entendió que debía esconderme ahí.
Junto a mi padre, Eduardo García Alarcón,
tapiaron el hueco que había debajo de aquella escalera en la planta baja de lo
que fue mi casa antes de la guerra. Y ahí estuve, durante años escondido con un
simple ladrillo como método de comunicación con el resto de mi casa. A través
de éste, mi madre me pasaba la comida, la ropa… y a través de ese hueco me
hacía compañía.
Sinceramente,
no tengo muchos recuerdos ahí dentro, mi familia evitaba cualquier encuentro
dentro de casa para evitar preguntas o sospechas.
Lo
que si que recuerdo fue el momento en el que mi madre se acercó al muro y no
paraba de decir: ¡Rubén, la guerra ha terminado, sal de ahí y dame un abrazo¡…
Pero yo lo único que tenía era miedo, no podía salir…”¿y si vuelven?, ¿y si
están esperando a esto, a que salgamos?, ¿qué será de los demás que huyeron
conmigo?, ¿estarán escondidos, habrán salido o simplemente ya les
capturaron?”...no podía salir por mucho que mi madre me rogara.
Siempre fui muy devoto a la Virgen del Carmen,
debido al internado religioso valenciano en el que pasé cuatro años de mi
infancia junto a mi hermano mayor, así que no tenía nada que perder. “Por
favor, si es verdad que la guerra ya terminó mándame una señal” le dije, solo
me quedaba esperar.
Quizás
dos, o igual tres meses después, yo seguía en mi escondite, en ese momento
durmiendo, cuando note como alguien me daba un bofetón. Me desperté deprisa, no
había nadie, lógico, el muro seguía separándome del resto de la casa y aquel
ladrillo que me ayudó durante tanto tiempo a aguantar ahí dentro seguía intacto
en su sitio. Entonces otra vez, ya dormido, sentí la misma sensación pero al
despertar me encontré con la misma situación anterior. Lo sentí, era mi señal.
Nunca
olvidaré la cara de mi madre cuando después de derribar el muro y ahogarme a
abrazos me vio por primera vez en, casi tres años de guerra y medio, desayunar
con ella.
Durante
la posguerra me casé con Amparo Jiménez Toledo y tuve 2 hijos y 3 hijas, una de
ellas llamada Carmen en honor a aquella Virgen que me protegió durante mis
peores años. Cuando ellos aún eran pequeños emigramos a Zaragoza donde me
convertí en ebanista y en administrador de fincas. Sinceramente después de la
guerra no pasé mucha hambre, gracias a dios mi familia poseía tierras y
cultivos con los que alimentarnos o comerciar…
Este
relato e información la he conseguido gracias a mi abuela y de mi madre ya que
Rubén García Carrasco se trataba de mi bisabuelo materno. Según ellas, esta
historia la habían escuchado tantas veces que no les sorprendía acordarse de
todos los detalles sin ningún problema.
COVADONGA DE BARUTELL 4ºB
Fotografía
tomada en Cartagena, durante los pocos meses que permaneció como Sargento.
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