jueves, 9 de junio de 2016

"UN LARGO VIAJE". Marta Moreno



Oliva Toledo Morón
23 de Noviembre 1933
Jeréz de la Frontera

Recuerdo que mis  padres y yo tuvimos que marcharnos de Orbera, pueblo en el que vivíamos, para irnos a Cataluña porque iba a nacer mi hermana Azucena y mi hermano Rogelio y de allí  tuvimos que emigrar a Francia.

Allí capturaron a mi Manolo, mi padre, y se lo llevaron a un campo de refugiados solamente de hombres, mientras que yo  me quedé con mi madre y mis hermanos en un refugio en el que estábamos muchas mujeres juntas con sus hijos, había camas, estufas grandes para calentarnos y dos veces al día nos traían la comida hecha y  nos la repartían. La comida era escasa por lo que de vez en cuando yo y mi hermano nos marchábamos a un canal en el que al otro lado pasaban los militares, que nos ofrecían trozos de pan y mi hermano mayor que yo, saltaba para cogerlos. También recuerdo que descubrimos que había un melocotonero cerca del refugio y para ir teníamos que saltar una acequia.

Yo, con mi madre y mis hermanos íbamos de vez en cuando a ver a mi padre pero no podíamos  verlo a más de 5 metros porque había una alambrada que nos separaba. Cuando mi padre salió del campo, pasada la guerra, le dieron dos opciones y una era volver a España y la otra que si no iba a España lo llevarían a una ciudad en la que se llevaban a los niños y los separaban de sus padres y el respondió, “como  no he podido disfrutar de mis hijos y mi mujer quiero estar con ellos en España”. 

Volvimos al pueblo y  recuerdo los abrazos reconfortantes de mis abuelos y estuvimos viviendo unos meses en Orbera con ellos. Mi madre tenía una hermana en Jerez y marchamos allí y a los seis o siete meses vino la guardia civil a nuestra casa y se llevó preso a mi padre porque una persona le había acusado de romper los santos de la iglesia y la instalación del pueblo. 

Llegó el día en el que todos los presos se confesaban y mi padre no quiso hacerlo y el padre  Don Rafael Calderón llamó a mi padre para preguntar porque no lo había hecho y lo único que dijo fue “yo estoy aquí sin motivo, mientras mi familia no tiene recursos para sobrevivir y aún así, consiguen de vez en cuando traerme comida”.
A los días de hablar con él , el cura llamó a mi padre y le dijo que iba a entrar en la cocina y que su mujer no va a tener que traerle más comida. A los dos o tres meses cuando llego el juició, la persona  que le acusó no se presentó por lo que mi padre lo ganó y volvió de nuevo a casa.
MARTA MORENO 4ºA













































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