jueves, 2 de junio de 2016

" UNA PAREJA EN EL EXILIO"



                                         

Hasta 1936, mis abuelos Daniela y Manuel vivieron en España, pasaban algunas penurias, pero nada diferente al resto de las personas de la época. Ninguno de los dos tenían estudios, Manuel sí que fue a la escuela pero con 10 años tuvo que ayudar a su familia para conseguir algo de dinero, lo peor no fueron los destrozos en las casas, sino en los campos que era de donde la mayoría de la gente sacaba la comida.

En ese año comenzó la Guerra Civil, ellos eran republicanos y no tuvieron participación alguna en la guerra, pero el hambre y el sufrimiento que ellos y sus familiares pasaron no es comparable con nada. Mi abuelo era el que menos alimentos tomaba, siempre que conseguía algo de dinero o comida, era para mi abuela, que aunque lo aceptaba, sentía como él lo pasaba realmente mal.

En febrero de 1938, con un par de mudas y con la ropa que llevaban puesta, sin poder económico alguno, tuvieron que marcharse del país, exiliados, en busca de la tranquilidad ya que con la dictadura nadie se la podía asegurar. 

Terminaron viviendo en Paris, donde mi abuelo trabajó para ganar algo de dinero y mi abuela se quedaba en casa con las tareas del hogar, una casa pequeña en un barrio humilde de Paris donde coincidieron con decenas de familias que corrieron la misma suerte que ellos.

Llegó el año 1945, ellos no veían la posibilidad de volver a su país, donde tenían su vida, su ganado, sus amigos… Pero Francisco Franco concedió una amnistía a todos los españoles que no tuvieran delitos de sangre y pudieron regresar del exilio.

Se instalaron en Zaragoza, no muy lejos de la zona de mayor actividad comercial,.  Desde el año de su regreso en adelante, intentaron pasar desapercibidos en el régimen franquista, ellos me hablaban del apoyo y el poder que la Iglesia católica tenía con Franco.

 No todo fue como antes del exilio, para nada. De Paris consiguieron traer un par de cerdos que vendieron a un ganadero de una granja de Zaragoza y con el dinero que tenían, consiguieron una casa más pequeña quee la de Paris pero ellos lo agradecían como si esperaran que su vuelta a España fuera un infierno en el que solo unos pocos privilegiados podían tener una. 
 
Algo que mi abuela nos contó fue  la historia de unos amigos que hicieron en Paris, también exiliados de España, éstos se instalaron en Zaragoza igual que ellos pero fueron encarcelados y fusilados por un motivo que ni ellos mismos descubrieron.



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