viernes, 17 de junio de 2016

"UN DURO, CINCO PESETAS". Cristian Redrado





Mi abuela Juana Zaro Celiméndiz nació en Borja el 8 de junio de 1942, como era la más pequeña de sus 6 hermanos, sus padres la mandaron con sus tíos para  vivir en una torre en las afueras de Borja. Allí nunca le falto de nada, ni pasó hambre como el resto de sus hermanos.

Cuenta que su tío ,al que quiso como un padre, a envió al colegio,hasta los 14 años.
Después del colegio ayudaba en las tareas de la torre, cogian fruta, verdura, maíz, olivas(hacían aceite) y remolacha (con la remolacha se hacían el azúcar). También tenían animales, trigo(lo molían para poder hacer harina y así hacían el pan).

Hasta la torre llegaban los que se dedicaban al estraperlo y cambiaban alimentos.

A mi abuela le mandaban al pueblo con huevos, fruta y verdura a venderlo a la tienda y a cambio le daban azúcar ,arroz, fideos, galletas, chocolate y aún le devolvían dinero.
Con las pieles de los animales, de los conejos las guardaban y les daban a cambio agujas de coser y alfileres.

Guardaban también todos los trapos y cunado llegaba el trapero(señor que se dedicaba a la recogida de trapos) a cambio le daba un tazón o un plato.

A la salida de la escuela mi abuela se iba a casa de una modista a aprender a coser. Cuando aprendió empezó a coser botones de uniformes de los militares de Franco, le pagaban a 1 duro (5 pts) cada prenda. A los 15 años y con el dinero de coser esos botones se compró una máquina de coser que le costó 1400 pesetas. Eso fue en 1957. Cosiendo con ella se ganó la vida. Y también se cosió su ajuar de novia. Después de 57 años sigue cosiendo en ella.

Como no vivió con sus padres no sabe muy bien porque su padre no fue a la Guerra Civil, pero recuerda que en una de sus visitas a la torre comentó que se había afiliado a los socialistas, y entonces su tío le prohibió volver por ahí hasta que no se diese de baja, ya que aún siendo de izquierdas tenían miedo a represalias. 

Por dos veces estuvo a punto de que lo fusilaran, una de las veces fue por no querer cederle la silla a un falangista. Pero por suerte tenían a un conocido que era comandante de la Guardia Civil, y gracias a él no le pasó nada. Otra de las veces fue acusado de ser republicano y también lo quisieron fusilar.

Ahora desde la prosperidad recuerda esa época de escasez y miedo.


 Cristian Redrado4ºC




Mi abuela “Trillando” en el campo
Mi abuela en la torre donde vivía.

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