viernes, 17 de junio de 2016

"LA INCLUSA". Sonia Roldán



Miguel Blanquer Angulo

29 Noviembre de 1937

Mioño (Santander)

Hola soy Miguel el mayor de tres hermanos, Angelines tiene tres años menos que yo y por último, Tere la más pequeña cinco menos. Vivíamos en una humilde casa de un precioso pueblo marinero de Cantabria (Mioño), donde las paredes se caían a trozos por la humedad. Mi padre era pescador por lo que pasaba largas temporadas en alta mar y casi no lo veíamos.

Aún recuerdo uno de los días más triste de mi vida, en ese momento acababa de cumplir siete años. Mi padre nos reunió a los tres hermanos en torno a la cocina y nos dio la noticia, mi madre estaba enferma del pulmón (tuberculosis) que en esos tiempos era una enfermedad muy contagiosa e incurable. 

A partir de ese momento a mi madre la metieron en una habitación encerrada con llave, para evitar que tanto mis hermanas como yo nos contagiáramos, desde aquel triste día ya no pudimos, ni mis hermanas pequeñas ni yo volver a ver a mi madre.

Fueron días muy duros ya que toda nuestra vida cambió en unos instantes, ya no podíamos contar con ella, si estábamos tristes, o si teníamos algún problema no podíamos acudir a mi madre para que nos ayudara.

Cuando mi padre tuvo que zarpar a la mar, sólo dependíamos de nosotros tres. Ya no la pudimos ver nunca más, aunque la teníamos muy cerca ya que estaba en una habitación de mi casa. 

Entonces éramos  mis hermanas y yo quienes teníamos que salir a hacer todas las tareas.  Siempre íbamos los tres de la mano a comprar garbanzos y aceite a pueblos cercanos, ya que ésa era nuestra comida habitual porque no podíamos permitirnos otra cosa.  Íbamos por caminos, con muy malas temperaturas y nada abrigados, sólo con lo que nos daban.  

Recuerdo esos momentos, cuando escuchábamos el ruido de los aviones y teníamos que escondernos debajo del túnel de Mioño, los tres solos hasta que dejaran de oírse esos ruidos y poder salir y continuar, teníamos mucho miedo.

Cuando tuvieron que llevarse a mi madre a un sanatorio a lo alto de una montaña porque estaba en una fase terminal, mi padre se vio obligado a llevarnos a sus tres hijos a la "nclusa" (era un colegio interno donde llevaban a los niños huérfanos o que los padres no podían hacerse cargos de ellos) y nos separaron.  Allí estuve unos diez años hasta que cumplí los dieciocho, en esos diez años intentaron adoptar a mi hermana Tere pero mi padre se negó siempre.

Y por último no olvidare esa felicidad que teníamos mis hermanas y yo cada de seis meses cuando  aparecía mi padre en la puerta de la Inclusa  que venía a visitarnos siempre con una chuche para cada uno.

Sonia Roldán 4ºB 






 

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