jueves, 9 de junio de 2016

"SOBREVIVIR EN UN PUEBLO DE COLONIZACIÓN". Nuria Calabaza


Testimonio de Ángeles Burró Pueyo, nacida en Almudévar el 1 de abril de 1935 y colona de Valsalada, pueblo de colonización creado en la época franquista.


A finales de los 50, los padres de mi marido nos compraron unas tierras destinadas a personas jóvenes que se fueran a casar o recién casadas. Eran lotes formados por siete hectáreas de tierra, 2.000m2 de huerto, una casa y una vaca preñada. Para mantener el lote tenía que estar habitada la casa, por lo que los padres de mi marido y él mismo estuvieron viviendo allí, en malas condiciones, durante un año hasta que nos casamos. Yo guardaba cierto arraigo por Almudévar, donde había vivido siempre. En Valsalada no había tiendas y las casas tenían lo mínimo. Había luz pero durante 10 años no hubo agua corriente. Llevaba el agua a casa, haciendo viajes y viajes, con pozales desde una acequia. El pueblo se comunicaba con Almudévar mediante un autobús que iba por las mañanas por varios pueblos y volvía por las tardes.

Todos los años, después de la cosecha, venían a cobrar la parte correspondiente. Había que pagar en 20 años y devolver una ternera preñada.
Las tierras eran malas, llenas de sal y de piedras. Hubo que trabajar y sembrar la tierra durante 5 años, hasta que empezaron a ser productivas. Las piedras de yeso se sacaban a mano y se vendían a 50 pesetas el metro cúbico. Mi marido tenía también que trabajar fuera, para poder comer y subsistir, y para conseguir labrar nuestras tierras iba a labrar para otro, el cual le dejaba el tractor 1h por cada jornada trabajada.
Los terneros que teníamos de la vaca que nos dieron los vendíamos, y las terneras nos las quedábamos para obtener leche. Con lo que sacábamos de vender la leche a la central lechera RAM, comprábamos gallinas. En el corral criaba conejos, patos, pavos, gallinas, algún cordero y cerdos. También ordeñaba, limpiaba y daba de comer y beber a las vacas (30/40 pozales desde la acequia).

Además del control de la cosecha, el Mayoral, venía una vez al año a las casas para revisar los animales que teníamos y pagar por ellos. Yo mentía sobre lo que teníamos ya que era para comer y me parecía una injusticia tener que pagar por ello.
Aparte de llevar la casa, la educación de nuestros hijos y cuidar a los animales también me tocó coser para otros, trabajar en el huerto y en el campo y aguantar el desprecio de los habitantes de los pueblos más grandes hacia los colonos. Mi marido siempre dice “yo trabajaba mucho, pero mi mujer mucho más”, pero la realidad es que los dos trabajamos muchísimo, de día y muchas veces también de noche.

Casi todo el dinero que obteníamos se invertía en maquinaria para aumentar la productividad de nuestras tierras y tras 15 años muy duros comenzamos a mejorar nuestra situación. Ahora estoy contenta porque hemos conseguido salir adelante y ofrecer a nuestros hijos una vida mejor.

Durante el régimen franquista, de 1939 a 1970, existió el Instituto Nacional de Colonización (I.N.C.). Fue creado tras eliminar todo rastro de reforma agraria republicana y después de conseguir que las fincas ocupadas durante el “gobierno rojo” volvieran a manos de sus antiguos propietarios.

El modelo planificador de la colonización, en un principio, era solo productivista sin atender a la reforma de las estructuras de propiedad, a la ordenación territorial y a las estrategias comarcales de desarrollo. Tras una etapa reaccionaria, adoptó una orientación más reformista y apareció un colectivo de pequeños propietarios que realizaron fuertes inversiones de trabajo y capital en sus explotaciones de tierras salitrosas y esteparias. Esa acción de los colonos (con gran importancia del trabajo femenino) acabó siendo la clave de las transformaciones agrarias, y de la formación de comunidades con formas peculiares de vida social e identidad propia.

NURIA CALABAZA 4ºB




























































No hay comentarios:

Publicar un comentario