Aurelia Pérez Blasco
Nació en Almenar, Soria,
El 24 de
mayo de 1940.
Yo nací en mayo de 1940 en Almenar, un pueblo
soriano grande y bonito en el que vivían unas 1500 personas la única pega que
le veía es que era un pueblo muy frio, y como mis padres no tenían mucho
dinero, no pude llevar un abrigo hasta los 12 años. Me dieron a luz en casa de
mi madre cosa que antes era muy cotidiana.
Mi familia era humilde, tengo tres hermanos mayores
que yo, y unos padres que para mi eran las personas mas bellas del mundo. Mis
hermanos también eran un gran respaldo en esa época de dificultad ya que me
apoyaban en todo lo que podían. Hasta los tres años, pese a que no lo recuerde
muy bien, mi vida fue feliz.
A partir de los tres años en Almenar entrábamos al
parvulario, allí estábamos hasta los seis años cuando empezábamos la escuela.
Fue en ese momento cuando empecé a ser consciente de cómo iba a ser mi
juventud.
En la escuela lo que mejor recuerdo era a mi
profesora Doña Juliana, una profesora que nos dio clases hasta el final de mi
vida estudiantil a los 14 años, era una profesora amable, cariñosa, y para mi,
una de las personas mas inteligentes que he conocido.
Yo todos los días me sentaba con la que por esos
momentos era mi mejor amiga, Estrella, recuerdo que en las mesas había agujeros
para guardar la tinta que todos los días al comienzo de la clase Juliana nos
daba, también recuerdo que por las tardes nos quedábamos un ratito después de
la clase para que Juliana nos diera un poco mas de tinta para que pudiéramos
pasar los apuntes que copiábamos de las clases en una tablilla de madera a un
cuaderno que mi madre guardaba en casa, yo a mi madre siempre le pedía una tablilla
de manteca, pero como eran más caras, no me la podía comprar.
Cuando llegue a los 14 años, ya que mi madre no
tenía dinero para mandarme a Soria para seguir estudiando, acabé mi etapa como
estudiante, eso sí, acabé controlando las raíces cuadrada y los quebrados.
Tras esto, comencé a trabajar como sirvienta para
la esposa de uno de los terratenientes del pueblo, Clemencia, ella era de Burgos al igual que su marido.
Todas las mañana iba a la fuente a por agua con una
carretilla y cuatro cántaros, ya que en las casas no había agua, y luego me
dedicaba a limpiar en esa casa desde las 9 hasta las 3 de la tarde, además de
esto, mi madre por las tardes me lavaba a unas clases para aprender costura y
confeccion.
Ese mismo verano, vinieron unos comerciantes de
Villarroya a uno de los almacenes del pueblo, yo trabajé para ellos, y mientras
tanto mi madre trabajaba en casa de Clemencia para suplir mi puesto.
Yo era una chica delgada ya que no comíamos mucho,
teníamos una vaca y gallinas de las que sacábamos leche y huevos que vendíamos
en la plaza del pueblo por unas pocas pesetas.
A nosotros no nos quedaba mucho, pero lo suficiente
para que todas las noches mi madre nos hiciera un huevo frito a cada uno.
Cuando yo tenía 18 años mi padre, en lo que se
llamaba un pliego cerrado, gano unas fincas muy buenas que, hasta que contraje
matrimonio, cuide con él.
Mi padre era una persona muy creyente y bondadosa,
no le he oído decir ningún juramento durante toda su vida. El vivió hasta los
103 años, se llamaba Ángel y de ahí viene el nombre de mi nieto.
Cuando cumplías los 16 años, podías asistir a un
baile que se celebraba todos los domingos, comenzaba a las 7 y acababa a las 9
de la noche. Allí conocí a mi marido cuando tenía 22 años, festejé con él 4
años y a los 26 me casé, y me mude con él a Zaragoza.
En ese momento acabe mi “tranquila” vida en el
pueblo.
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