Mi nombre es Josefina López Viamonte.
Nací el 5 de mayo de 1936, en Biota (Zaragoza).
Yo nací dos meses antes de que
estallara la Guerra Civil, de que se enfrentaran amigos contra amigos y
hermanos contra hermanos, por ello, mi infancia no la viví de la mejor manera
posible.
De pequeña, mis hermanos y yo
veíamos cómo los militares venían enfrente de donde vivíamos para hacerse la
comida y descansar.
En cuanto a nuestra educación, iba a las llamadas escuelas dominicales el día que me mandaban , y el que no, me tocaba ir a trabajar. El día que acudía a estudiar, la maestra que
teníamos, en cuenta de enseñarnos a leer y a escribir, nos mandaba coser la
ropa que se le rompía a ella y a su familia. Pese a ello, aprendí a leer, y
desde entonces no hay cosa que más me guste. Siempre que puedo leo.
También, me tocaba ir con mis
hermanos y mi padre a espigar, para después ese trigo llevarlo a moler y así
poder venderlo. Aún así empecé a trabajar muy pronto, a los 10 años ya estaba
trabajando, no teníamos para comer todos los días...
Me acuerdo de aquellas
cartillas de racionamiento, gracias a ellas comíamos. Recuerdo que cuando nos
daban 100 gramos de café, mi madre lo cambiaba por otro alimento que pudiéramos
aprovechar todos, ya que éramos nueve hermanos.
De esta época, no tengo
recuerdos alegres ni anécdotas graciosas ni divertidas, lo único que vivíamos
mi familia y yo eran penurias, pero sin ninguna duda lo más duro para mí fue
cuando se llevaron a mi primo, que era como un hermano para mí. Al principio no
sabíamos dónde se lo habían llevado y después nos enteramos por un vecino que
estaba con él pero que logró escaparse, que mi primo había muerto, lo habían
matado en las cámaras de gas de Mauthausen.
Mi madre también me contaba
algunas historias, pero hablaba muy poco de ellas, no eran temas agradables ni cómodos. Yo me quedé
con que un día cogieron al médico del pueblo y fueron pregonando que lo iban a
matar y el sitio. La gente bajó a las
escuelas a ver como lo mataban, y del mismo susto y el impacto de verlo, una
vecina se murió.
Posteriormente, en el año
1962, tuve que emigrar a Francia, donde trabaje sirviendo en una casa, hasta
que no pude más, aguanté seis meses, el trato que recibimos de esa familia no
fue nada bueno.
Ahora, el día de los Reyes
Magos, los niños reciben casi todo que piden y si no les llega algo, algunos
hasta se quedan insatisfechos o se enfadan. Mis hermanos y yo éramos los niños
más felices cuando ese día recibíamos una naranja cada uno.
Alexia Aguas 4ºB
Mi abuela es la chica de en medio |
Yo y mi abuela |
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