Miguel
Blanquer Angulo
29
Noviembre de 1937
Mioño
(Santander)
Hola
soy Miguel el mayor de tres hermanos, Angelines tiene tres años menos que yo y
por último, Tere la más pequeña cinco menos. Vivíamos en una humilde casa de un
precioso pueblo marinero de Cantabria (Mioño), donde las paredes se caían a
trozos por la humedad. Mi padre era pescador por lo que pasaba largas
temporadas en alta mar y casi no lo veíamos.
Aún recuerdo uno de los días más triste de mi
vida, en ese momento acababa de cumplir siete años. Mi padre nos reunió a los
tres hermanos en torno a la cocina y nos dio la noticia, mi madre estaba enferma del pulmón (tuberculosis) que
en esos tiempos era una enfermedad muy contagiosa e incurable.
A
partir de ese momento a mi madre la metieron en una habitación encerrada con
llave, para evitar que tanto mis hermanas como yo nos contagiáramos, desde
aquel triste día ya no pudimos, ni mis hermanas pequeñas ni yo volver a ver a
mi madre.
Fueron
días muy duros ya que toda nuestra vida cambió en unos instantes, ya no
podíamos contar con ella, si estábamos tristes, o si teníamos algún problema no
podíamos acudir a mi madre para que nos ayudara.
Cuando
mi padre tuvo que zarpar a la mar, sólo dependíamos de nosotros tres. Ya no la
pudimos ver nunca más, aunque la teníamos muy cerca ya que estaba en una
habitación de mi casa.
Entonces
éramos mis hermanas y yo quienes teníamos
que salir a hacer todas las tareas. Siempre íbamos los tres de la mano a
comprar garbanzos y aceite a pueblos cercanos, ya que ésa era nuestra comida
habitual porque no podíamos permitirnos
otra cosa. Íbamos por caminos, con muy malas temperaturas y nada abrigados, sólo
con lo que nos daban.
Recuerdo esos momentos, cuando escuchábamos el ruido de
los aviones y teníamos que escondernos debajo del túnel de Mioño, los tres solos
hasta que dejaran de oírse esos ruidos y poder salir y continuar, teníamos mucho
miedo.
Cuando
tuvieron que llevarse a mi madre a un sanatorio a lo alto de una montaña porque
estaba en una fase terminal, mi padre se vio obligado a llevarnos a sus tres hijos a la "nclusa" (era un colegio interno donde llevaban a los niños huérfanos o que los padres no
podían hacerse cargos de ellos) y nos separaron. Allí estuve unos diez años
hasta que cumplí los dieciocho, en esos diez años intentaron adoptar a mi
hermana Tere pero mi padre se negó siempre.
Y por último no olvidare esa felicidad que teníamos
mis hermanas y yo cada de seis meses cuando aparecía mi padre en la puerta de la Inclusa que venía a visitarnos siempre con una chuche
para cada uno.
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