Pilar Morillo Vidaller
15 de Enero de 1935, Berbegal (Huesca)
“Vivíamos en la zona de biescas, recuerdo que la guerra era entre rojos y nacionales, nosotros
pertenecíamos al bando de los nacionales.
Nunca se sabía con
certeza si los aviones que pasaban eran de un bando u otro así que huíamos
fuera quien fuera.
Teníamos dos tíos que
eran rojos así que un día que huíamos colocaron una R de “rojos” en la puerta para que estos no desvalijaran la
casa que era lo que solían hacer, pero resulta que en vez de entrar los rojos
entraron los nacionales.
Eso era la guerra hija
mía.
Mi padre era guardia
civil y cuando entraron los rojos en el pueblo les obligaron a entregar las
armas amenazándoles con la muerte, así que las entregaron, pero más tarde
llegaron los nacionales y como un guardia civil no podía entregar sus armas le
enviaron a un campo de concentración en Burgos.
Cuando mi madre se enteró
de esto, enseguida se puso a trabajar en la casa de unos señores que tenían
contactos y consiguió que mi padre saliera del campo de concentración para ir a
una cárcel donde le condenaron 4 años y
1 día pero ese día nunca terminaba.
Me acuerdo que a mí me
dejaban pasar en la cárcel y yo le llevaba plátanos, él se los escondía en la
ropa, se los comía y tiraba la piel al suelo, esa piel se la comían los otros
prisioneros del hambre que tenían.
Mi madre se llevaba la
ropa de aquellos presos que podían pagarle para lavarla a cambio de una peseta,
entre ellos uno que más tarde se enamoro de mi prima.
No me olvido de la imagen
de mi madre calentando el agua y metiendo las ropas en ella, todos los piojos
salían corriendo.
Más tarde el preso que
mantenía una historia de amor con mi prima, salió de la cárcel, estábamos
viviendo la posguerra, él falsificó un carné de conducir y empezó a trabajar
repartiendo el azúcar pero en vez de repartirlo honestamente, cambiaba el
azúcar por sal para poder comer algo decente.
Había hambre.
Teníamos una cartilla de
racionamiento, por cada cupón que te quitaban era un alimento menos.
Entonces iba mi madre y
cuando moría una persona me cogía de la mano y me llevaba hasta su velatorio,
en su casa, yo me quedaba aterrorizada viendo el cadáver mientras mi madre
pagaba por su cartilla de racionamiento para luego aprovecharnos de ella ya sea
comiendo o vendiéndola para obtener más dinero y poder comer en condiciones.
Recuerdo a la Pasionaria y los rumores que se extendían sobre ella. Se decía que estaba con muchos hombres y después de acostarse con ellos les quemaba los testículos...”
Recuerdo a la Pasionaria y los rumores que se extendían sobre ella. Se decía que estaba con muchos hombres y después de acostarse con ellos les quemaba los testículos...”
OLIVIA MAGAÑA 4ºA
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