Leonarda
Garcia Miguel
18/08/1934
Coria
(Cáceres)
En los primeros años de la
década de los 40 recién acabada la Guerra Civil española comienza un proceso
llamado posguerra en el que la vida era muy difícil para todos, pero sobre todo
para los más pobres que habitaban en los pueblos. Yo Leonarda García Miguel
viví este episodio de la historia de España en mi pueblo natal, Coria un
pequeño pueblo de la provincia de Cáceres.
En esa época recibía el
nombre de la ciudad de Coria, la llamaban la ciudad de Coria ya que a pesar de
ser un pueblo tenía obispo, cosa que no tenía Cáceres. La vida en esa época fue
muy dura, teníamos pocos recursos con los que poder sacar un beneficio para
obtener comida y subsistir. Mi padre y otros vecinos
iban por las noches a los campos para poder coger algo de comer y alimentar a sus hijas e hijos.
Mi padre se veía obligado a aceptar cualquier trabajo, un ejemplo de ello sucedía cuando en la temporada de la siega mi padre y otros, formando una cuadrilla, iban hasta Salamanca en burro, quien disponía de él, si no había que ir a pie. Otra de las tareas que realizaba mi padre para llevar dinero a casa era irse por las noches a cazar ranas, para luego limpiarlas y vender sus ancas, un alimento muy valorado por la gente de clase alta en esa época. De esta forma podíamos comprar pan, aceite u otros alimentos básicos y más o menos baratos.
Mi padre se veía obligado a aceptar cualquier trabajo, un ejemplo de ello sucedía cuando en la temporada de la siega mi padre y otros, formando una cuadrilla, iban hasta Salamanca en burro, quien disponía de él, si no había que ir a pie. Otra de las tareas que realizaba mi padre para llevar dinero a casa era irse por las noches a cazar ranas, para luego limpiarlas y vender sus ancas, un alimento muy valorado por la gente de clase alta en esa época. De esta forma podíamos comprar pan, aceite u otros alimentos básicos y más o menos baratos.
Nuestra indumentaria era muy
básica, disponíamos de dos mudas nada más, nada de tener los armarios llenos
como en estos días que corren. Para proteger nuestros pies y no ir descalzas
teníamos unas únicas alpargatas de esparto con un poco de tela por encima. Cuando se rompían teníamos que aguantar con ellas hasta que pudieran comprarnos otras nuestros padres.
No sólo era mi padre el que
intentaba llevar el dinero a casa, también mi madre trabajaba en lo que podía, principalmente, limpiando casas de los señoritos. Una vez a la semana
mi madre iba hasta el río para lavar las ropas de los amos, esta tarea era muy
dura sobre todo en invierno cuando tenían que romper el hielo con sus propias
manos para poder lavar.
Mi hermana también tuvo que
buscarse la vida pronto ya que a los siete años cuidaba a los niños de los
señoritos a los que mi madre servía.
En una temporada en la que
nos tuvimos que trasladar al campo -ya que a mi padre le habían dado trabajo
allí de pastor-, vivíamos toda la familia en chozos que eran un espacio circular con las paredes
de piedra y el techo de paja y ramas. Dormíamos en el suelo.
Yo sólo estaba en verano con
mis padres, en invierno vivía con mis abuelos ya que me había dado polio
cuando tenía un año, estuve doce meses sin poder andar. En aquellos tiempos mi
padre me llevaba a los curanderos para darme distintos tratamientos de hierbas
con el fin de poder curarme y andar. Mi infancia fue muy dura por esta enfermedad además
de los otros muchos problemas que había. Yo iba a la escuela como podía,
ayudada por mis compañeras de clase y a veces por una especie de
bastón que me hizo mi padre.
Estuve yendo a la escuela
hasta los catorce años.
Otro de los problemas de esa
época era el invierno, era mucho más frío que los de ahora y no teníamos
ropas de abrigo ni calefacciones. Nos podíamos conformar con pequeñas hogueras
que encendíamos. Para calentarnos las manos en pleno invierno fuera de casa,
nos llevábamos una piedra caliente en la mano que previamente habíamos depositado en la lumbre. Después de un rato calentándose, la envolvíamos
en papel para que no perdiera el calor y cuando se iba perdiendo íbamos
quitando capas de papel. Las casas eran muy frías, solamente la cocina estaba más o menos caliente ya que teníamos
el fuego encendido para cocinar. Tampoco teníamos una habitación para cada una
sino que mis hermanas y yo dormíamos en la misma cama y habitación.
Cuando Salí de la escuela,
no había lugar en el pueblo para colocarme y poder trabajar, tuve que ir a
aprender el oficio de sastra a una sastrería y por las noches me iba a aprender
el oficio de modista. Todos estos hechos junto con las duras condiciones en las
que vivía yo y mi familia me sirvieron para después, poder vivir mejor.
Mario
Morón 4ºB